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Escépticus

El cambio

Agradecido por la invitación para colaborar en este proyecto, me parece pertinente exponer, quién es el que escribe esto y por qué se atribuye un seudónimo tan pretencioso. Pues resulta que soy alguien que, a mis casi 56 años (2 septiembre 1964), he experimentado innumerables cambios a lo largo de mi vida y que tuve como padre a un hombre educado bajo los esquemas rígidos de su época, en la que las reglas eran muchas, muy claras e inmutables social y religiosamente, y las oportunidades de hacer cambios muy, pero muy reducidas; no obstante me congratulo de haber podido ver en él un ejemplo que me hizo ver que no existe edad, ni circunstancias de vida que se puedan argumentar como excusa para no hacer cambios en beneficio de uno mismo y de su entorno inmediato, y pude ver cómo, casi hasta el último día que tuvo uso de conciencia en sus 82 años de vida, siguió haciendo cambios individuales insospechados por propios y extraños. También fui formado, familiar y académicamente, bajo estrictas imposiciones de comportamiento social, ideológicas y religiosas, algunas de las cuales definitivamente agradezco porque me aportaron (así lo creo) algunos beneficios, y otras que, en combinación con las circunstancias de mi vida, me forzaron a tomar conciencia de la necesidad de hacer cambios para tratar de mejorar mi propia versión de persona y hacer mucho más fácil esta compleja existencia. Uno de los cambios más significativos que experimenté, fue alrededor de mis 29 años de edad (todavía no logro identificar bien a bien las causas, a pesar de profundos exámenes de conciencia en enriquecedores procesos de terapia), me explico: de ser alguien que tenía una fe ciega en todo y todos, empecé a cuestionar absolutamente cualquier aspecto de la vida, convirtiéndose esto en una especie de patología, la cual sigo padeciendo, aunque intento de irla moderando. Por lo anterior, soy un convencido de que, si pretendemos mejorar, en lo individual o en lo colectivo, es imprescindible que estemos constantemente en la búsqueda de cambios que nos hagan mejores. Hoy estamos viviendo circunstancias colectivas e individuales, cuya singularidad hace suponer a muchos, según lo que leo y escucho, que traerá maravillosos y grandes cambios, sin embargo, considero que hace falta un ingrediente sine qua non (indispensable), sin el cual difícilmente será posible que se den, y me refiero específicamente a la toma de conciencia; en mi percepción, el ser humano, ha adolecido a lo largo de su insignificante y corta existencia en este longevo e inmenso universo, de ese aspecto fundamental, y hoy en día cada vez se hace más evidente. No puedo extenderme más en esta ocasión, por lo que ahí dejaré el tema y, si mis anfitriones editoriales y los accidentales lectores me lo permiten, abundaré más en ello en mi siguiente participación. Por lo pronto, mi humilde recomendación es que cuestionen absolutamente todo, lo que nos llevará a tomar conciencia, y de esa forma iniciar los cambios que nos hagan evolucionar. No creamos, observemos la realidad…


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